Esperar

Hace más de 5 años que prometo empezar el año sin fumar. Hace 5 años que no lo logro.
Pero este inicio del 2007, lo recibí bailando, bebiendo mucho, vacilando, pero no fumando. No inhalé ni una sola calada, corta o profunda; simplemente no llevé un cigarro a mi boca.
¿Me costó no hacerlo? casi un brazo diría, pero lo logré.
Ya van 64 horas aproximadamente que mis pulmones no devuelven el humo que segundos antes, solía introducir en ellos. Casi dos y medio días, que mi rostro no es cubierto por la gris catarata de mis bocanadas.
Sería muy apresurado cantar victoria pero celebro estos minutos, como una batallita ganada.

En los precisos momentos en que esto escribo, no la estoy pasando muy bien que digamos. Tan acostumbrado a pergeñar mis post, con el puchito en ristre.
Uno tras otro, se consumían los fayitos, mientras llenaba de letras, la página virtual y en blanco que se oculta tras de la pantalla.
Tengo un cigarro cerca, tengo los fósforos y tengo el cenicero, aunque vacío en esta ocasión. Pero sobre todo tengo unas ganas locas de fumar. Coger el cilindro alargado, hacer combustión con los fósforos y comenzar a engordar nuevamente, esa pieza de vidrio redonda que parece angustiarse de tanta soledad.

No lo haré y tampoco se trata de meterle cuchillo y despanzurrar la nobleza de mi fiel compañero, durante casi 20 añitos. Testigo de poemas, cuentos y falacias; de noches infinitas y mañanas cortas. Compinche final de mis episodios sexuales y único consuelo de muchísimas penas.
Pero los romances se acaban pues, más aun, este amor pirata, que sabe a hiel y huele a trampa. (que buena canción)

“Dejar de fumar, es lo más fácil del mundo, yo mismo lo he dejado más de mil veces”, decía irónico Mark Twain. Leí por algún lado, que los cigarros tienen tabaco por un extremo y por el otro tienen a un idiota. Se ha escrito mucho en contra del cigarro (con toda razón) pero también mucho a favor. (con toda pasión)

No me voy a poner adusto y en plan de criminal arrepentido, pedir disculpas e invitar a la comunidad entera a que, por el amor de dios, dejen de fumar. Que eso mata y te envilece y patatín patatán. Pero tampoco diré que de algo hay que morir. Eso es obvio, y no quiero que sea, escupiendo mis plomos, hechos un amasijo de brea y alquitrán.
Al final, la decisión creo, la toma uno solo. Puedes recibir ayuda, ir a terapias, leer la Biblia y eso, pero si no estas dispuesto a dejar el vicio que quieras dejar, simplemente no lo harás.

Un fumón que fue rescatado del zanjón, por un periodista piadoso y llevado aun Centro de rehabilitación se escapó a los tres meses de internamiento. Testarudo el periodista, lo buscó por toda la ciudad y luego de algunos días, lo halló una madrugada. Estaba tirado en un parque, dormido y había estado soplando toda la noche. Mientras era llevado nuevamente al Centro, el periodista lo increpó con una pregunta inútil: ¿Y cómo sé que no vas a volver a escapar y fumar otra vez? Tendrás que esperar nomás pe. –respondió el hombre, con la sabiduría que sólo el infierno te brinda-
Eso es lo que me propongo hacer. ESPERAR. A ver si vuelvo de rodillas a pedirte perdón y dejar que acaricies mis ojos y calmes mis temores absurdos, con una gran bocanada, que prometo, será la última.

Buen día tengan todos, mi nombre es Allan Ávila, tengo 34 años y soy adicto a la nicotina.