lunes, febrero 20, 2012

Avalado sea Dios (Luis Alberto Spinetta)

Eres un desperdiciado. Esas fueron las últimas palabras de Cristina cuando me fui de casa. Desperdicio, basura, todo lo que no sirve o ya se echó a perder. Perderse, seguro que yo estaba perdido. De acuerdo, Cristina. Soy un desperdiciado. No tengo nada que hacer al lado de una mujer tan sensata y triunfadora. Me voy. Quédate con todo, no me importa. Quédate con la casa, con la chacra, con los muebles, y con la cebichería que pusimos juntos. Sólo quiero mi vieja camioneta y mi libertad para seguir fracasando...

SUEÑOS BÁRBAROS (Rodrigo Núñez Carvallo)

Me encantaría poder sobrellevar mi vida, sin necesidad de nadie ni de nada. Alejarme para siempre del dinero, la comida y, sobre todo, del amor. Dejaría el alcohol, la música y el sexo como únicas bondades a las que acudir para continuar la existencia. De todo lo demás, podría prescindir, o quisiera en todo caso.

Pero ya sabemos que eso no es posible. Hay que convivir siempre con amores, querencias, estimas, buenos deseos y esperanza. También con odios, rencores, maledicencias y frustraciones. Hay que estudiar (que no es lo mismo que aprender), trabajar, casarse y perpetuar la especie con nuestras estampidas de esperma.

De lo contrario, tu vida no anda bien, flaco. Ubícate, en qué mundo vives. ¿Acaso la vida es huevear, beber, tirar (a secas, no hacer el amor), o pasarte los días conversando chucherías creyendo que eso te va a dar felicidad? No. La felicidad cuesta, se gana, se sufre. No hay nada más gratificante que recibir tu paga al final del mes, o al final del día, sabiendo que has cumplido con tu chamba, tu país y el universo.

No hay nada mejor que llegar a casa y besar a tu mujer y a tus hijos. Verlos correr a tus brazos, sentir que la vida vale la pena, carajo; y qué pobres diablos los que se pierden el beso de la sangre de su sangre.

Hay que trascender, crear alguna fórmula que sane a los enfermos. Escribir libros. Fabricar aparatos ahorradores de energías. Cantar para miles de personas. Dar trabajo a cientos. Llevar paz a decenas. No basta con haberle ganado a doscientos millones de renacuajos y haber visto la luz. No basta con sobrevivir a las plagas y a las noches de luna llena. No es suficiente con todo el amor que has dado. Ya sea a tus padres, tus amigos o algunas mujeres. La razón de estar aquí, ya acéptalo, es el éxito.

Y el éxito no se alcanza haciendo lo que te gusta. Todo lo contrario; se logra haciendo lo que le gusta a los demás. La felicidad, vaya, la felicidad es otra cosa y muchos no tienen ni puta idea de cómo acercársele. Están muy ocupados tratando de hacer lo que tienen que hacer.

Supongo que hay afortunados a los que les pagan por hacer lo que les gusta, pero lo hecho siempre será para otros, y la satisfacción vendrá en el jugoso cheque, con el que pagarás, el depa, la caña, los viajes, los gadgets y demás urgencias imprescindibles de la savia.

Bienaventurados todos ellos, salvos, vívidos, refulgentes y limpios, sobre todo, limpios, sin tacha. Los pobres diablos, los holgazanes de corazón, los que no aspiramos a nada, los que no inspiramos a nadie, los que somos mal ejemplo, los que no ganamos porque no arriesgamos, los que no poseemos, los que no sabemos, los que no llegamos al podio, los que no dejaremos ni pizca de rastro…les pedimos con toda el alma pusilánime, que nos dejen seguir apestando en paz.

2 comentarios:

Oscar C. OKIPERU ® dijo...

Excelente como siempre comparito...

AnaM.M.N dijo...

Ya extrañaba estos "discursos" que como un latigazo nos sacude de la ingravidez.

Un abrazo juerte y trascendido.