Historias máximas I
No me gusta
cuando llamas a contarme tus cosas. Y no porque me llene de celos mientras
narras cómo tu novio te hace sentir espléndida. Tampoco porque me
aburran tus peleas idiotas con él, o con gente de tu chamba. La razón por la
que odio que me llames, es simplemente porque tu voz me vuelve loco. Me excita
de una manera inaudita y no importa lo que estás diciendo; a los minutos, no
puedo evitar bajarme los pantalones y tocar con avidez mi enhiesta genitalidad.
Y no, no te amo, no muero por tu amor; tan solo por tu cuerpo, y claro, tu voz.
No sabes lo mal que me siento cuando mencionas hechos lejanos, ajenos, mientras
yo froto mis partes con fruición. Y en tanto te despides y te vas, yo me vengo
inmenso sobre tus tonos dulces y graves cuando me dices que gracias por
escucharte y ser tu mejor amigo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario